-Por momentos no quería vivir más, nada tenía sentido. No tenía fuerzas y me daba pánico pensar en el mañana, no en el futuro: en el día de mañana. Físicamente no podía más que pasar de la cama a una silla. No podía concentrarme ni para ver la televisión. Sentía que nunca más iba a ser el de antes. Es una bendición haber vivido esta experiencia tan fea. Me siento más compasivo, con mayor capacidad de empatía, más humano.
Mientras escuchaba sentía y pensaba: qué bueno capitalizar situaciones así, encontrar en la herida la sanación, en la muerte descubrir posibilidades de vida. Al mismo tiempo pensaba y sentía que es una lástima tener que lpasar por tanto para llegar a tanto: ojalá nos avivásemos antes.
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