En muchos momentos quisiera desconectar el cerebro, no pensar, desentenderme de las consecuencias de mis acciones, no ser responsable, fluir sin preocupaciones, como los gatos caer siempre de pie, no pensar más que en mí mismo, ser superficial, dejar que los demás hagan mi tarea, hacerme el tonto, mirar para otro lado, no tener conciencia, ser pura pulsión.
Me dan envidia, profunda envidia quienes pueden hacerlo, quienes alegremente van así por la vida, impunes e inmunes. No puedo. No me sale.
¿Es bueno, es malo? Qué sé yo. De a ratos quisiera culpar al deber ser, pero ni siquiera.
No puedo dejar de ser yo, con lo que me gusta y lo que me pesa. Quélevamosahacer...
23 de diciembre de 2013
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