Las imágenes de los saqueos en Córdoba -mientras la policía no actuaba porque estaba con cuestiones salariales, la provincia no se comunicaba para pedir ayuda en Nación, Nación no terminaba de decidirse a intervenir y mil cosas más que se me escapan o no entiendo-, las imágenes, decía, me rebelaban.
¿Hasta dónde llegan los principios? ¿Cuándo dejamos de ser honestos, nobles, sinceros?
Me recordaban como en el 2001, con el país hundiéndose, gente conocida, con las necesidades básicas más que cubiertas, arrasaban el Carrefour de San Fernando: el del centro de San Fernando. Escudándose en la turba que despreciaban -esos negros-, no dudaron en robar y romper. Las cámaras los grabaron. Una pequeña vergüenza.
Gente que hoy sigue mirando con desprecio a los pobres, a los delincuentes. Gente que habla de corrupción y delito dictando cátedra.
Gente que hoy sigue mirando con desprecio a los pobres, a los delincuentes. Gente que habla de corrupción y delito dictando cátedra.
Pienso, también: si nos garantizasen impunidad, silencio, lo que fuere, ¿seríamos igual de honestos o deshonestos?
Quisiera decir que sí pero ya no sé.
2 comentarios:
Resumís toda una situación con palabras concretas, precisas y vas directo al punto.
A mi me soprende y parece salido de una serie televisiva (pero los protagonistas no son zombies, son personas vivas) que a la primera de cambio que se da "piedra libre" se descontralan por destruir y poseer todo lo que esté a su alcance.
Gracias por escribir tan claramente
Pd: Me divierte el nombre de tu blog, lo tenía que decir.
¡Gracias, Bel!
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