Me encuentran vago.
Les comparto, no más, parte de algo que escribí en estos días pensando en la navidad. Mejor dicho: sobre lo que sigue a la navidad, demasiado edulcorada para mi gusto...
Como
creyente
en Jesús, en su proyecto, en su Palabra deseo que este Dios
amante del
ser humano nos abrace. Nos humane. Nos hermane. Nos contagie la
felicidad del
Reino, esa que nace no de la anestesia sino de la búsqueda
renovada de
justicia, misericordia, paz. Felicidad vivida en medio de luchas
y tensiones,
con los “ojos fijos en Jesús” (Heb 12,2).
Que cada una, cada uno, creyente o no, cristiano o no, nos humanemos, nos hermanemos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario