Estaba en el hospital, esperando para visitar a un enfermo. Había quedado en encontrarme con la mamá en el segundo piso, la sala de espera. Mientras se hacía el horario de visitas, leía. Un par de sillas a la derecha, un pibe de catorce, quince años, me miraba.
Se anima y se acerca:
-¿Vos sos el hermano del Pini?
-No, para nada.
-De Daniel, el Pini que le dicen.
-No, no tengo hermanos varones.
-Ah, disculpá.
-No hay problemas.
Vuelvo a la lectura. Siento que cada tanto vuelve a mirarme, insistentemente. Comenta algo con la señora que lo acompaña. Sigue mirándome.
Me parece que no me creyó. O que sabe algo de mí que ignoro: que tengo un hermano.
No es extraño: muchas personas saben cosas mías que yo ni sé. Me discuten que estuve-fui-dije-hice cosas; a veces, incluso antes de conocer a quien me lo dice. No sé.
Misterios...
19 de junio de 2013
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