compartía Mariana ayer, narrando parte de sus desencuentros en estos temas. Lo clasificaba de maldad inconmensurable, en mi experiencia. No termino de entender -irrelevante- si esa maldad está en el otro o si es lo que produce en uno, que recibe los consejos. Hace mal, seguro; aunque en el consejero más que maldad veo otra cosa: ¿desinterés, omnipotencia, displicencia?
Decía ella que hay como una tendencia en culpabilizar al padeciente. Acuerdo en el espanto de culpabilizar. Agrego -sumo, resto, quién sabe- la necesidad de pasar de la culpa a la responsabilidad en varios campos. Eso es otro tema.
Acuerdo, también, en cómo los que quierentranquilizarteminimizandoycomparandotragedias suelen tener algo de superados, condescendientes, incapaces de empatizar. Al desviarnos de nuestro propio dolor, en verdad, huyen ellos. Del nuestro, del propio, no sé. Huyen.
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