En algún momento de la niñez, cuando creía que todo me era posible, barajé como futuras profesiones la arqueología -Egipto me atraía con misterios y pirámides-, la docencia -para compartir y enseñar lo que descubriese- y la actuación.
Cuando las posibilidades se achicaron porque creció la autoconciencia, uno que otro sueño desapareció. Las humanidades aparecieron como una búsqueda determinada, un llamado que no podía desoír: psicología, comunicación social, literatura, historia, trabajo social.
Ya adulto compruebo: muchas cosas permanecen.
Graciaadió.
4 de mayo de 2013
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