Entender las motivaciones propias es complejo. Entender las ajenas más complejo.
Cuando queremos juzgar un hecho, dicho, actitud de alguien -sí, juzgar, admitamos que lo hacemos y que es indispensable hacerlo para poder discernir- está bueno ampliar la mirada, encuadrar a la persona en un espacio más amplio. Película, no foto. Dinámica, no estática.
De modos variados, estos encuadres, ampliaciones, nos ayudan a ponernos en los zapatos ajenos, a poner algo de perspectiva. A empatizar o entender. Está buenisimo poder hacerlo para sentirnos no ajenos, sino parte de la familia humana.
Entender, empatizar, comprender, ponerse en el lugar es una cosa.
Justificar, disculpar, cerrar los ojos, es otra.
Me parece.
3 de abril de 2013
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