Ayer pasó por casa, brevísimos minutos, Javi, un querido amigo -que como a veces lee esto, aprovecho y lo saludo-. Hacía un tiempo largo que no nos veíamos y apenas pudimos tomar un café.
Lo bueno fue: el abrazo al saludarnos. De esos sostenidos, firmes y cálidos. Las diez o doce oraciones que pudimos intercambiar (ni mate, che, un poco de café, no más). La promesa del próximo encuentro, más distendido.
Un airecito calmo, un remanso breve.
Un encuentro, que le dicen.
13 de abril de 2013
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1 comentario:
Coincido, P casi como siempre. Sos de esas personas que hace bien tener de amigo y que no importa si son 2 días o 2 años que hace que no nos veamos, el encuentro sentido es el mismo.
La próxima seguro, mas relajada...
Abrazo
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