Dando clases a un grupo de univesitarios de clase media, media alta, salió el tema de los márgenes, los marginalizados, los marginados. No salió, en realidad: lo saqué. Venía al caso. Era el caso.
Estos chicos están en un plan de formación de dos años en un centro de espiritualidad cristiano. Increíblemente, no hubo modo que no espiritualizaran la marginalización. Que la marginalidad fuese, ante todo, algo abstracto, del mundo de las ideas. Que fuera algo peronotanasí, porquetambiénhaypobresbuenosoricosmalos, porquelaspersonasbuenasdetanbuenassondespreciadas...
Pibes buenos, sanos, con ganas de formarse durante ¡dos años!; altamente escolarizados; profesionales ya recibidos algunos. Solidarios por lo que puedo escuchar.
Pero con un hiato -casi- abismal.
Tenderemos puentes.
20 de abril de 2013
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