Por suerte, el libro sigue tan bello como lo recuerdo. Oskar no es irritante, sino hipersensible e inteligente. En la película, las ganas de pegarle por caprichoso sólo se me iban adelantando las partes en que aparecía.
La película elimina lo que, a mi parecer, es lo más acertado del libro: los narradores múltiples, por un lado, y el punto de vista de Oskar y sus 9 años como narrador, su poesía dolida, su raison d'être de proteger a su madre, sus heavy boots -como se refiere a su tristeza-... Es decir: si hay malas adaptaciones de historias preciosas, esta es una.
No la vean, lean el libro.
Pablete dixit.
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