Parece ser que el modo en que nos vamos dando cuenta que no somos el centro del universo es gracias a las frustraciones. Cuando no hay respuesta rápida/automática al llanto, a la necesidad, no sé bien por cuál mecanismo, entendemos que los otros son otros distintos a nosotros y, a veces, hostiles...
Si seguimos complaciendo en todo a todos todo el tiempo ¿los hacemos crecer?.
Si no somos capaces, alguna vez, a renunciar por un rato a nuestro bienestar, ¿crecemos?.
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