Ayer fui a casa de mis padres e hice la comprobación empírica de ambas máximas:
- Después de una charla prolongada, hice que mamá llamara a mi hermana para disculparse con ella por un par de comentarios desafortunados.
- Mi padre se quedó sin nafta -otra vez- y de un modo casi infantil nos mintió para cubrir su descuido u olvido, quién sabe.
Y bueno, ciclos.
Mejor es reír, creo.
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