El sábado festejó su cumple mi amigo Pipe: dos años, no más. La tarde de otoño estaba muy linda y los papás habían preparado la casa para recibirnos y celebrar. Pipe me hace reír porque grita nuestros nombres y se alegra cuando nos ve: ¡Pincho, Manu, Mari!; cada vez, como si hiciese tres décadas que no nos encontráramos.
Mientras los niños se multiplicaban y dominaban el panorama, los grandes mateábamos, charlábamos, veíamos las panzas de las embarazadas. Yo me di una panzada de Mateo, de veinti-pocos días: había estado molesto pero se le había pasado y por más de una hora, lo tuve a upa, dormido.
Hay algo en esos momentos que me convence, casi sin pensarlo, que las cosas están muy bien.
26 de marzo de 2012
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2 comentarios:
definitivamente!!
El domingo fuí a ultima hora a colaborar con el desarmado de la feria del cole. Mi laburo fué mínimo pero también tuve la sensación de que había algunas cosas que estaban bien!
Vale
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