En un momento de la madrugada soñé que me pegaban en la espalda, en la cintura, en los hombros. Me desperté al rato, tapado hasta la nariz, en posición fetal, y con frío. Obviamente, estaba con fiebre. Encima, no tenía ni una aspirina -lo malo de tomar antidepresivos y esas cosas, es que me olvido de los remedios "normales"-.
Intenté dormir inútilmente; leí un poco sin saber qué tenía adelante, hasta que se hicieron las 7,30 y llamé a una amiga que vive cerca para que, antes de ir a trabajar, me comprase unos ibuprofenos. Los trajo y pasé, de la cama al sofá -incómodo, chiquito-. Prendí la estufa y la tv. ¿Qué pasó luego?. Ni idea, fui y vine en un estado de semivigilia, abrigado con medias, polar y pijama invernal, más mantita. De la tele hilvanaba cosas inconexas -o yo, no sé-.
Hacían 25º y yo con estufa, divagando. Debería cambiar de dealer.
29 de octubre de 2011
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