Con las elecciones terminadas y los resultados ya conocidos, se juega nuestra democracia.
No la jugamos en ir a votar por quien queremos o por quien menos nos disgusta; la jugamos en seguir siendo ciudadanos, constructores, responsables, más allá de que haya ganado nuestro candidato.
Como con la familia: no es la soñada, es la que hay, con los que son.
Lo que no impide que nos queramos más, que no pasemos por momentos de distancia o enojos.
Somos también esto. Eso.
24 de octubre de 2011
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