Me parecía que la conmoción era más sensible, externa, momentánea; la compasión, por el contrario, más duradera, más interna. Y veo que conmoción, en un punto, es externa, es moverse con (conmotio-nis). La compasión, por otro lado, es padecer con, tener pasión con (compassio-nis).
La conmoción es inmediata, y creo que hoy día, si no somos compasivos, es justo por esta inmediatez de la conmoción. Inmediatez y sobrecarga. Vemos en directo el tsunami en Japón, decimos, conmocionados, con-movidos, ¡qué horror, qué horror!, y listo. Luego de una semana, ya está.
Más allá que el movimiento es activo y la pasión pasiva, creo que el enlace entre ambas es que una, la conmoción lleva a la compasión. Y son quienes se compadecen, conduelen, coalegran (qué verbo necesario), cosienten, los que hacen algo, aunque más no sea saberse parte de la misma humanidad, del mismo mundo doliente.
3 comentarios:
Que decir... poquito. Pero se me ocurre que se necesitan una a la otra para "ser", no?
Gracias!
Claro, se necesitan, son parecidas, pero no lo mismo... Y de tanta conmoción estamos insensibles, dificultados para la compasión, creo.
De nada, gracias por encender las ganas de pensar. Beso
Coincido con vos Pablo, se nos dificulta demasiado la compasión en este tiempo.
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