Cuando prendí la compu para leer las noticias en primer plano, grande, la muerte de Ernesto Sábato. Casi a los cien años, un día antes de un homenaje que le harían.
Lo primero que me vino a la memoria fueron, no sus novelas, sino sus últimos ensayos: La resistencia y Antes del fin. Testamentos de un sabio.
Sólo una vez pude escucharlo en vivo y directo, allá por los comienzos de los '90. Cuando terminó, me atreví a acercarme (atreví, digo, con la inconciencia de tener 20 años y la certeza de estar ante un maestro). Y más atrevido aún, decirle:
-Don Ernesto, maestro: Lo imaginaba oscuro; pero ud. tiene luz, una luz tenebrosa.
Eso. Alguien que iluminaba desde su propia tiniebla.
Amén.
1 de mayo de 2011
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