Hay dones que, por cotidianos, se nos pasan.
También hay dolores, que por cotidianos, casi ni se sienten.
Digo, como para equilibrar las cosas. No sólo lo bueno se esfuma, se difumina, sino también lo malo. No sólo un atardecer otoñal, sino también un duelo que no terminó aún.
A veces, sólo a veces, está buena esta inconsciencia.
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