Me está persiguiendo desde hace días don Mario Benedetti. Esquivas como el azar se me aparecen sus palabras: retazos de un poema, la historia de Rita, Martín y Laura, fragmentos de un cuento, su mirada desangelada, según propias palabras.
No sé qué viene a decirme, no creo en fantasmas. Aún así, el hombre que mira me reclama que lo mire, sigue habiendo una esquina rota en una primavera, Juan Ángel debe haber envejecido desde que nos encontramos.
Debe ser, creo, una invitación. Falta descubrir a qué.
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