Sábado por la mañana, mi ahijada Rocío -la primera ahijada-, recibía la Biblia, en su camino de catequesis.
La cantidad de personas conocidas, queridas, con las que me encontré entre ambos momentos me dio mucho contento. El sábado veía a algunos que conocí pequeños acompañando a sus hijos; otros, que habían acompañado a sus hijos, ahora estaban con sus nietos.
El viernes, pudimos volver a celebrar la vida, ese regalo enorme, que nos une, que nos hace compañeros de camino, que nos hace tanto bien y tiene tanto don.
Por momentos, me desborda tanta riqueza.
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