La narración es pasable.
Los diálogos, por el contrario, son tan poco creíbles que acribillan los ojos.
Los diálogos, por el contrario, son tan poco creíbles que acribillan los ojos.
Las palabras y expresiones usadas no son coloquiales -y el contexto lo pide todo el tiempo-.
Cada personaje, con sus líneas, más que charlar, enseña. Enseña como una maestra de segundo grado. Enseña mal.
Las situaciones son forzadas, los personajes despiden moralina barata, queriendo responder a otra moralina más barata aún.
Salteo párrafos enteros, leo en diagonal, para poder ver qué sucede.
Para aprender cómo no escribir.
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