Puff. Terrible pesadilla me atacó. Muy vívida, real.
Mientras aún soñaba, sabía que estaba soñando, en algún lugar mi lógica racional me gritaba que era un sueño. Pero no podía despertarme. Era angustioso. No había monstruos, ni muertos, ni accidentes. Todo era demasiado cotidiano y conocido, aunque deformado. Sin demasiado Freud puedo identificar de dónde salió.
Cuando pude, finalmente despertar, eran apenas las 4 am: si bien me sentía a salvo por estar en mi cama sabía que si volvía a dormirme podía soñar de nuevo lo mismo. No quería. Prendí la luz. Leí. Navegué por la web. Con reticencias volví a dormirme, superficial, cortado.
Pasé todo el día como reviviendo de a partes el sueño, desenmascarando significados, encontrando sentidos. Limpiando el inconsciente, no sea cosa que se vengue.
20 de marzo de 2014
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