Si mi pareja me engaña (o viceversa): ¿quiero saberlo o prefiero la comodidad de la ignorancia?
Si tengo una enfermedad grave: ¿me entero y la peleo o me dejo morir de la tristeza?
Cuando la verdad cruza el umbral de la ilusión y la desenmascara, o nos hacemos los distraídos, o crecemos. Ya no hay vuelta atrás. Negamos o recibimos como podemos ese baldazo de agua fría que nos descentra y desubica. Es necesario recrear las coordenadas.
Atrás quedan Papá Noel, los Reyes, Superman, algún dios, uno o dos ideales y muchas ilusiones.
Por delante, todo.
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