El "loco de los cartones", cada vez que me lo cruzo, me pregunta la hora. Llegando a casa el domingo al mediodía no fue la excepción. Venía por la calle, con un par de bolsas y viendo qué podía cirujear.
-Hola, buen día.
-Hola, amigo, ¿qué hora es?
-Una y cinco.
-Uy, qué tarde, tengo que ir a comer.
Mientras abría la puerta de casa, lo escucho charlar con la vecina de enfrente, que estaba regando:
-Disculpe, ¿tendría un vaso de agua?
-Sí, espere que entro y traigo un vaso.
-Gracias, perdone que la interrumpa mientras riega.
-No es nada, ya le traigo.
¿Dónde vivirá? ¿Será de la villa que queda acá no más? ¿Cuándo habrá comenzado a cruzar el límite de la "normalidad"? ¿Cómo me percibirá él a mí? ¿Qué nos separa y diferencia?
Somos dos abismos de misterio.
17 de marzo de 2014
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