Una de mis fantasías recurrentes -de las que se pueden contar abiertamente, claro- es escribir un libro, cuentos o novela, preferiblemente. Varias cosas me detienen, entre ellas el no tener claro qué quiero contar. O más: no tener claro si tengo algo que contar.
Leo algo mediocre o malo y digo: yo podría haberlo hecho así o un poco mejor. Sin embargo no dejo de admirar que alguien reunió todas esas palabras.
Leo algo genial y me digo: menos que esto, no vale la pena escribir; hacerlo mejor, imposible.
Y sigo en la misma.
4 de diciembre de 2012
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