Podríamos, para variar, hacer un no balance.
Decir que no importa cómo salió este año. Decir que no fue ni peor ni mejor que otros. Decir que fue.
Alegrarnos por las cuentas vitales que no cierran: las que dan menos, llaman a completarlas; las que desbordan, que sea de cosa buena.
Pero no hacer balance forzado, impuesto. Mirar, no más.
Mirar y ver que hemos discurrido, caminado, vivido. Perdiendo y ganando.
Eligiendo bien, lo bueno, la luz.
Dejando lo que deshumaniza. Haciéndonos más plenos. Siendo más plenos.
Sin debes ni haber.
O debiéndonos porque somos llamados a más.
20 de diciembre de 2012
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