Un hombre que edita una revista me pidió que pusiera en 1900 caracteres unas ideas que compartí y le gustaron. Si bien alguna vez me han pedido que escriba algo, otra cuestión es el molde, el límite, el encargo. Y pasar a papel palabras que nacieron orales. Un "sicario de la palabra", decía Agustín cuando comenté la dificultad. Algo así, claro.
Hice el intento. Me senté. Traté de recordar, hilar, encausar. Sentía apuro por no pasarme en la cantidad de palabras, de letras, en realidad. Buscaba que lo escrito conservara algo de lo dicho, de no perder cierto énfasis, de que se notara cierto acento. Era lo mismo, pero no. Casi como la diferencia entre el recuerdo de alguien y el reencuentro con su presente. Lo mismo pero no, decía.
27 de diciembre de 2012
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