Consejo para la vida: que la mediocridad mezquina de otros no contagie. Todo un logro a alcanzar.
Cuando la mirada empequeñecida o empequeñecedora del otro/a no es capaz de celebrar, reconocer, superar, sumar suele ser para mí todo un reto no engancharme, bajonearme, enojarme. Mi costado más soberbio y cínico descalifica rápidamente; el más vulnerable queda tocado; el más vengativo imagina mil tres modos de destruir intelectualmente; el más conciliador -o cobarde, que es casi lo mismo- hace silencio.
Sólo que a veces me contagio: y agarrate.
5 de diciembre de 2012
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