Un loquito del barrio, no sé su nombre, va y viene juntando cartones, revolviendo en la basura. Bajito, canoso, medio bizco. Suele andar con un changuito de supermercado. O en bici. Habla solo, a veces, otras ni responde cuando lo saludás. ¿Tendrá cuántos años?; ¿40, 50?. Los comerciantes lo conocen y le dan las cajas vacías o algo de verduras o frutas.
Ayer a la tarde me lo crucé. Yo iba caminando con la bicicleta desinflada, escuchando música. La mañana había estado gris, húmeda, lloviznaba. La tarde no mejoró. Cuando nos cruzamos, lo saludo y me pregunta la hora:
-Cuatro y cuarto, le digo.
Y como si se tratase de una cuestión muy seria, comenta:
-Y, viste... tuve que salir de tarde, porque con este tiempo no se sabe.
Mientras lo decía, revolvía las bolsas como buscando algún tesoro.
22 de mayo de 2012
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