Lo que me fascina del poema del post anterior son las palabras. Puras, desnudas, justas.
Es tan misterioso el abismo o la cima de la palabra. A veces no nos alcanzan. Otras nos sobran. A veces, muy pocas, tenemos las justas.
Por momentos siento que hay demasiadas oquedades que nos empecinamos en rellenar. Nos gana el horror vacui.
A no temer
29 de mayo de 2012
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