Decíamos con Marta, también, que la frustración tampoco tiene buena prensa.
El modelo obliga al éxito y a la felicidad constante. Con una crueldad tremenda, culpabiliza a quien no está eufórico o se equivoca, yerra.
Peor aún cuando, incluso sin darnos cuenta, nos juzgamos bajo esa mirada o exigimos a los demás desde esa mirada. Enferma, nos enferma. De lo más alto al abismo en nanosegundos.
Queda poco espacio para la normalidad, lo cotidiano que escapa de extremos.
1 comentario:
Uf!Cuántas veces hemos hablado de esto? Hay que tenerlo muy presente día a día. Está metido en nuestro adn ¿occidental? desde la educación y se repite y reproduce en muchas, muchísimas, de las acciones y estructuras de la realidad. Y desafiar eso es duro pero muy liberador. uF!
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