Con Nesti y Lucho en una tarde relajada, cambiábamos palabras sobre actores y buenas actuaciones. Aclaro: ambos son actores y Nesti, además, enseña. Es una de esas personas que respeto y admiro. Según él, la bondad de una actuación pasa, entre otras cosas, por ese algo que se comunica, ese algo que se da entre quien actúa y quien ve.
Decía yo que me parece que el arte, en última instancia, roza el misterio, lo que no se puede aferrar, que se escapa a los raciocinios y a los decires sensatos. Cuando hay peso, densidad, aún en la sutileza de Degas, o la simpleza de una canción de cuna, se percibe.
Es algo que pasa, me pasa, nos pasa, en el sentido que nos atraviesa y nos acontece, nos toca y nos sucede. Abre, en el decir de Huxley, las puertas de la percepción. O nos pone, en palabras de Borges, ante "la inminencia de una revelación que no se produce", como define JL a la experiencia estética.
Por algo será que mucho del arte, primitivo y no tanto,ha sido y es religioso. Es la inminencia de una revelación que (aún) no se da plena.
6 de enero de 2011
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2 comentarios:
La necesaria interacción, magia, que haga que el espectador se meta en la obra, imagine lo que no se muestra ni se le presenta a sus ojos, que devenga en omnisciente permitiéndose disfrutar de lo que sucede.
Ni hablar de apagar el celular.
^^
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