Pero es tan pesada la mirada ajena que, en un punto, no puedo despegarme de ella. O sí, puedo, pero no puedo hacer que el otro vea sólo a una persona, a un humano, esa base tremenda y hermosa que compartimos. Incluso me sucede que a veces escucho como una crítica que soy -o alguien es- demasiado humano, demasiado normal.
¿Podés creerlo?
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