Decía lo de amansar, domesticar, amaestrar lo salvaje. Y decía que pese a todo, cada tanto lo salvaje se revela y escapa de lo doméstico, con violencia desconcertante.
Obvio que necesitamos ciertas "domesticaciones" para poder vincularnos o relacionarnos: es lindo tener, ponele, un perro, pero sigue siendo perro. Por más que lo amemos (¿?) sigue siendo perro y en caso de necesidad extrema, no dudaría en comernos.
Por caso, está lindo, es bueno, creer en dDios-a-es-as, relacionarnos con él/lla-as/os, orientar nuestras vidas según entendamos la divinidad nos propone o pide. Pero, llegado el caso, nos caeríamos de traste si se nos revelase salvajemente, saliendo de nuestro control.
Es, claramente, un peligro.
26 de enero de 2011
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1 comentario:
Más que caer de traste, creo que me muero ahí!!!
Se me hace imposible imaginarme esa situación...
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