"Peregrinos crepusculares", terminaba ayer. Primero que nada, aclarar que el crepúsculo es tanto matinal como vespertino. Es esa "clarioscuridad" previa al día o a la noche. Es momento de promesas, de posibilidades. De fines o comienzos.
Es momento de la belleza de los colores únicos en el cielo, del alboroto de los pájaros, de los primeros o últimos movimientos del día. Los sonidos parecen adormecidos. Todo es posibilidad serena.
Desconfío de los profetas de catástrofes o de quienes vaticinan sólo prosperidades; el tono trágico y el eufórico me resuenan disonantes. Ambos.
En cambio, poder ir serenos -no despreocupados, sino serenos-, aguzando la mirada, renovando el oído, olfateando lo nuevo... Transitorios, pero permanentes. Desapegados. Libres. Peregrinos.
26 de noviembre de 2010
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