La palabra nace del silencio. Sólo así, creo, tiene peso. Si no, es ruido, no comunión, comunicación.
La palabra pone orden en el caos, no lo genera.
La palabra discierne, separa para poder unir.
La palabra abarca el abismo infinito entre dos.
Busca abrazar o soltar.
Llora y descansa; sonríe y acaricia; cura y golpea.
Esta es la palabra que quiero recuperar, que nos merecemos recuperar. Para poder encontrarnos o perdernos, pero poder.
27 de noviembre de 2010
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