Como en todo sueño que se precie, la realidad estaba alterada; es decir, construida con pedacitos de lo vivido, lo deseado, lo temido. Por eso parecía tan real, tan sólido.
La pobreza no existía, la gente trabajaba por el bien común, los poderosos servían, los lúcidos lo eran para el bien, se podía confiar...
¿Falta mucho para volver a la cama?
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