Café mediante charlábamos con Vero. Habíamos estado acompañando, como pudimos a Kari y los suyos
.
Che, ¿puedo ir para tu casa y tomamos unos mates?, propuse.
Claro.
Compró algo para comer -unos sandwichs riquisimos-. Listo, no hacía falta más.
Necesitaba, al menos, un par de horas para poder asomarme al mundo de nuevo. Un mínimo tiempo de hogar y, la verdad, no tenía ganas de estar solo.
Con Vero llevamos bastante vida compartida, pasamos varios momentos lindos y no tanto. Hicimos, creamos, compartimos un tiempo bastante fuerte y fundante en nuestras vidas, en la vida de otros. De eso charlábamos, mirando este presente tan ¿lindo-raro-desafiante-sereno-cálido?. Podíamos re-conocer algo de nuestra historia en el relato que la otra, el otro, hacía.
Algo que estuvo muy bueno fue poder mirar juntos parte de los procesos, de los caminos. Encontrar que, en cierto punto, somos, nos somos, testigos mutuamente. Eso hace brotar el agradecimiento.
12 de noviembre de 2010
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2 comentarios:
como pudieron...fue más que bueno....gracias por estar en los momentos claves de mi vida, esos que marcan un antes y un después...esos que se comparten con abrazos de alegría y de dolor...te quiero mucho pablo...gracias por ser testigo de nuestras vidas.
De nada, posta. Es mutuo.
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