Aprovechando que iba a estar cerca de su casa, llamé a mi sobrina mayor -27 en unos meses-.
-Che, ¿vas a estar?
-Sí tío, venite.
-Dale, voy, así la veo a la pequeña.
La pequeña es su hija de tres años, mi sobrina nieta (lo peor que te puede pasar es ser tío abuelo, estás a un paso de la decadencia). Llegué y Nati estaba ocupada, pero la niña me recibió con besos, saltos... una fiesta.
Miramos el video de Adriana y el sapo Pepe, cantamos y bailamos, dibujamos un poco, jugamos con sus muñecos. Me sentía el más grande de los tíos abuelos, feliz con el vínculo con la criatura, a la que no veo tan seguido como quisiese. Además nos reímos un montón.
Tomamos la leche -ella, yo un café-, mientras la mamá aprovechaba al niñero improvisado para poner un poco de orden en otras cosas. Total, re bien la niña y yo... hasta que me pregunta:
-¿Cómo te llamás vos?.
Al cuerno mis ilusiones de ser copado.
-Celeste es así con todos, dijo la madre...
8 de agosto de 2010
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4 comentarios:
jaja me causó gracia, perdón
Esa es la idea, ¡¡que nos cause gracia!!
qué ídola la peque!!! jajaj
Ja ja !1 Igual quien te quita lo bailado.
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