Las personas dogmáticas -de derechas o izquierdas- sienten que tienen que convencer al resto, hacerlos de los suyos o hacerlos polvo, casi sin posibilidades en el medio. Esto deviene en la imposibilidad de un verdadero diálogo o intercambio. Sólo les cabe la docencia en el peor de los sentidos con el siguiente silogismo de base:
el otro, la otra no piensa como yo;
yo soy quien sabe;
el otro no sabe.
No niego que a veces erremos o ignoremos, ni digo que tengamos todo clarísimo. Digo que estos dogmáticos sólo pueden relacionarse con los demás desde ese lugar: enseñando, pontificando, adoctrinando, ganándonos para los suyos o crucificándonos. No hay lugar para un capaz, a lo mejor, quién sabe... Y si no te dejás adoctrinar o convencer, es signo de tu contumacia.
Yo, por dudas, me les escapo.
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