Mientras el mundo cada vez avanza más hacia lo plural y variado, en gran parte gracias a los medios, hay un intento denodado de uniformar, de universalizar un tipo de ser humanos. Los integrismos, los fundamentalismos que condenamos, por caso, en el Islam, se repiten pero bautizados. No es muy diferente a las cruzadas, pero más civilizadamente: no hay sangre que se derrama, al menos por ahora. Sangre de la que moja, que de la otra corre.
Mantener la tensión de lo diverso, el respeto por lo multicultural, la pluralidad de miradas, por esta fauna humana que encanta y desespera. Desafío del 3er milenio.
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