Vuelvo a los relatos, con un cariz más bíblico. Se viene la pascua, que me llena de alegría, sobre todo la celebración de la Cena y la Vigilia. Ahí engancho con los relatos.
Veo que mi fe está basada en estos relatos: un grupo de galileos que siguen a un nazareno, las palabras y los gestos que se fueron dando en este grupo, el arrebato y el juicio y ejecución del Maestro, una tumba vacía, los encuentros con el Viviente.
Hay algo que me vuelve a la infancia, no infantil, sino a esos momentos que recuerdo como misteriosos. No entendía demasiado, pero captaba que algo diferente pasaba.
Superando un poco los nervios que implica preparar las celebraciones, me vuelvo a enganchar con las palabras conocidas, con los signos básicos del pan, el agua, la luz. Y el misterio se palpa de manera renovada. Y ahí me/nos encuentro, compartiendo mesa, soñando utopías.
Sépanlo: el Nazareno engancha.
27 de marzo de 2010
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