Don Mario Benedetti tituló así uno de sus poesías, claro que en la época pre-tinellesca, cuando la alegría era menos obligatoriamente burda. Menos parecida a la euforia idiotizante.
¡Qué fácil y qué difícil es dar alegría!. Y al mismo tiempo, es un gran valor del evangelio en el que creo. Alegría que tiene que ver con el don compartido, con lo que es gratuito (aunque cueste...), con mejorar los vínculos, con la fiesta, con el encuentro
Creo, pienso -ojo que me pongo religioso, si quieren, sigan de largo- que nos hemos olvidado que evangelio es buena noticia, y que ser una buena noticia, antes que nada, produce alegría.
Creo, pienso, que parte de mi ministerio,de mi vida, tiene que ver con esto de creer en que hay buena noticia, que Dios mismo es buena noticia. Y que así como la belleza, también la alegría es un signo muy fuerte del evangelio de Jesús.
Lástima (y lastima) palpar que para tantos esta alegría no tiene nada que ver con la fe y la vida.
3 de marzo de 2010
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2 comentarios:
Lo triste tambien es ver que directamente lo ponen en otro lado!
Expláyese, sra. Marsans, por favor.
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