Mientras devano la memoria
forma un ovillo la nostalgia
si la nostalgia desovillo
se irá ovillando la esperanza
siempre es el mismo hilo.
Mario Benedetti
A la siesta pasó Vale, amiga recuperada, aunque nunca perdida. Trajo madejas para que, mientras charlábamos, las fuésemos ovillando. Casi como nuestra larga conversa.
Nos sentamos en el parque, a la sombra amistosa del álamo americano, que, además, regalaba un poco de brisa.
Nos enredábamos, íbamos y volvíamos en las historias, los relatos, las experiencias.
Pasamos por nuestras abuelas, nuestras (de)formaciones, nuestras ideas e intuiciones.
Aparecieron Dios y dioses, hijos y amores, deseos y ensayos. Tribus y comunidades, alguna emoción contenida en la garganta.
No siempre podíamos terminar lo que queríamos decir: las palabras formaban deltas de otras palabras, que se abrían en muchos arroyos.
No estamos de acuerdo 100% en todo, claro, pero cuando las órbitas de nuestros planetas de acercan, está buenísimo. El tiempo voló mientras las madejas se hacían ovillos. Y por suerte, no está todo dicho, queda por desmadejar.
2 comentarios:
Amen
Y amén, ¡también!
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