Las expresiones leídas u oídas a comunicadores sociales son paupérrimas: la crispación, los tonos dramáticos, las palabras apocalípticas, el deseo encubierto de sangre, el posicionarse fuera del conflicto o dentro, sólo para aclarar que son de los buenos... la impresión de una larvada alegría al ver el caos.
Todo, claro, con una indignación hacia los otros, los políticos, los ladrones, los violentos... todos esos otros que no son yo.
De sumar, ni hablemos.
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