Mil personas que vienen, van, pasan. Traen cosas para sus enfermos: agua, termos, ropa, algo de comida. Pasan médicos rodeados de practicantes. Enfermeros, gente de cocina con el almuerzo. Suenan celulares. Algún llanto. Caras preocupadas. Los carteles de "silencio" no logran acallar el murmullo que crece hasta ensordecer. Trato de leer para acortar la espera. Me distraigo de la historia del papel y me enredo en las historias que están ahí, al alcance de los ojos. Cierro el libro.
Un mundo, mil mundos.
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