Otro momento. Estábamos en el Puerto de Frutos, Tigre. Rory vio un mosaico y le explicaba a Fianna que es un "dibujo con pedacitos de azulejos que ya hacían los romanos". Este tenía, además, espejos, y era una escena del Delta.
Rory avanzó y nos quedamos con Fianna y sus cinco años mirando y descubriendo peces, un niño pescando, una nena tomando mate, con pelo como el suyo, el agua marrón, los barcos, las flores. las frutas -lots of cherries, veía-. Unos kayaks, un bote fueron la excusa para que me contase que al día siguiente iba a andar en kayak. Mientras, buceaba en mi cerebro buscando palabras para decir troncos, caña de pescar, neumáticos, para jugar a buscarlos en el mural. Se reía cuando los encontrábamos. Un nene de mosaicos con la remera de Tigre. Obvio que le conté qué eran esos colores.
A metros, no más, la imagen del mosaico era real: el río con las chatas y los troncos, la fruta. Íbamos del mural a mirar los barcos, el canal marrón, los postes con neumáticos y nos sorprendía lo bien que estaba representado, los bordes de las imágenes, la sonrisa de la nena.
La del mural y la de Fianna, el mismo pelo, la misma sonrisa.
11 de abril de 2014
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