Entiendo que las personas somos falibles, limitadas, grises, tibios. Que somos claroscuros. Es más: lo entiendo y lo experimento en mí mismo casi a diario. O no casi.
Debe ser por eso que me resulta muy arduo tolerar o aceptar a los impecables. O a los que se dicen impecables porque saben que es más perfecto decir que lo son, pero que a la hora de la verdad, se sienten conformes, seguros y cuidados en su impecable impecabilidad.
Pero, como ya dije, debe ser la edad.
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