Cuando podemos nombrar, poner palabras, decir, reconocer, logramos -intentamos- poner orden, empezar a entender, a organizar de algún modo la realidad, encontrar algún sentido. La tradición judeocristiana guarda algo de esta memoria en el mito de la creación, cuando Dios con su palabra, pone orden en el caos y crea.
Siento que las palabras con las que ayer entendía, me trajeron, generosas, a hoy. Se fueron algunas que ya no decían, aparecen otras que renombran, creo/creamos otras para ensayar. Descartamos algunas y volvemos a convocar a otras necesarias. Un proceso que no termina, que se recrea y nos recrea.
Cuando Dios, en el mito del Génesis crea, habla solo, ordena. Recién en el ser humano encuentra respuesta dialogal.
Somos diálogo.
9 de marzo de 2013
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